22 de junio de 2008

EL HIJO PRÓDIGO; CONSECUENCIAS DE LA DESOBEDIENCIA

Parábola del hijo pródigo (Lucas 15: 11-24) 11 Y Jesús dijo: Cierto hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos le dijo al padre: “Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y él les repartió sus bienes. 13 No muchos días después, el hijo menor, juntándolo todo, partió a un país lejano, y allí malgastó su hacienda viviendo perdidamente. 14 Cuando lo había gastado todo, vino una gran hambre en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. 15 Entonces fue y se acercó a uno de los ciudadanos de aquel país, y él lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. 16 Y deseaba llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada. 17 Entonces, volviendo en sí, dijo: "¡Cuántos de los trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, pero yo aquí perezco de hambre! 18 “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; 19 ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme como uno de tus trabajadores.” 20 Y levantándose, fue a su padre. Y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó. 21 Y el hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo.” 22 Pero el padre dijo a sus siervos: “Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies; 23 y traed el becerro engordado, matadlo, y comamos y regocijémonos; 24 porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron a regocijarse.

En el verso 12, un hijo menor le pide por adelantado a su padre la herencia que le correspondía, y la ley judía otorgaba la tercera parte al hijo más joven y el padre podía legar su riqueza antes de su muerte (1 Re 1:2); la petición del hijo menor refleja rebeldía, irresponsabilidad y el deseo de independencia de la voluntad del padre.
La palabra señala en el libro de los proverbios: “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre” (Pr 1:8), esta es una advertencia para que el creyente preste atención a la sabiduría de Dios. Un padre aconseja a su hijo para que no experimente situaciones desagradables, mayor valor tiene el consejo de Dios que nos libra de las consecuencias del pecado. El hijo prodigo en un principio no valoró a su padre y le solicitó por adelantado su heredad, para irse a un país lejano y malgastar su hacienda viviendo perdidamente (vr. 13).
Por la desobediencia de este joven lo perdió todo y comenzó a padecer necesidad y hambre (vr. 14 y 15), no conforme con eso aceptó apacentar cerdos, y para los judíos esto era abominación, ya que estos animales eran considerados inmundos por la ley de Moisés. Ya aquí se puede apreciar las consecuencias de la desobediencia y la falta de sabiduría. Todo buen padre quiere lo mejor para su hijo y lo más seguro es que el padre del hijo pródigo lo aconsejó y orientó, lo cierto es que este hijo se fue, lo gastó todo y ahora estaba sumergido en el pecado, la ruina, el hambre y una gran desesperación que deseaba llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos y no podía (vr. 16). Todo esto muestra el cuadro de miseria de este joven, fruto de su desobediencia.
Parece que muchas veces el ser humano tiene que tocar fondo para darse cuenta de sus pecados y solicitar la ayuda divina, el hijo pródigo volvió en sí y dijo: “Cuántos de los trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, pero yo aquí perezco de hambre, Me levantaré e iré a mi padre …” (vr. 17-18). No cabe duda que nuestro Padre Celestial es nuestro ayudador por excelencia, el no nos falla, siempre está presto y dispuesto, no tiene límites, su poder es redentor y restaurador y para mayor bendición nuestra, Él tiene un propósito con la humanidad y con cada uno de nosotros. El hijo pródigo reflexionó y sabía que su padre lo podía ayudar.
El joven se dijo: “Me levantaré e iré a mi padre…” (vr. 18). Para recibir la bendición y la salvación de Dios, se requiere una acción y el hijo pródigo se levantó y fue a su padre, es importante accionar en fe para recibir una respuesta y la provisión de Dios. Cuando este joven fue a casa de su padre, no había llegado a la casa cuando su padre ya lo estaba abrazando y besando y dice el verso 22 “Pero el padre dijo a sus siervos: “Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies”. Esto indica que el padre le dio autoridad y posición de heredero nuevamente a su hijo, recobrando la bendición que había perdido.
En Mateo 7:11 dice: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”. Dios quiere bendecir a sus hijos y el tiene cuidado de nosotros. La parábola del hijo pródigo tiene muchas enseñanzas, y una de ellas es que la desobediencia a la rebeldía tiene consecuencias desagradables, como miseria, hambre, infortunio, desesperación, etc., es por eso que debemos ser obedientes y prestar atención a la instrucción de nuestro Padre celestial.

“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (Pr 1:7)

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